La dermatitis atópica es una enfermedad de la piel que puede afectar a
niños y adultos que poseen una piel extremadamente sensible. Se presenta en
niños con historia familiar de alergias o atopia y se caracteriza por sequedad
cutánea y lesiones eccematosas que causan mucha picazón y con amplia distribución
en la piel en función de la edad del niño. Se trata de una alteración que puede
durar varios años, que puede reaparecer en múltiples ocasiones y que tendrá
épocas de mejoría o recaídas, de acuerdo al clima, el estado de hidratación de
su piel, entre otros factores.
Esta entidad está estrechamente relacionada con el factor genético, ya que existe una alteración en la composición normal de la
piel la cual es hereditaria. Esta alteración se caracteriza por un
trastorno en la estructura de los lípidos, lo que le proporciona un aspecto de
resequedad, agrietamiento y descamación. Otros factores que pueden incidir en
la presentación de esta condición son: el uso de jabones alcalinos o
con ciertos aditivos (como perfumes, colorantes, etc.), la utilización de
detergentes abrasivos para lavar la ropa y de ciertos tejidos) como telas sintéticas
y lana).
La dermatitis atópica puede empezar a presentarse
y finalizar a cualquier edad. Las lesiones que se presentan en los
lactantes son las más habituales, seguidas por las infantiles y las del adulto
son las menos frecuentes. En los bebés suele
empezar a los cuatro o cinco meses de vida aproximadamente, aunque puede
hacerlo antes. Algunos niños pueden presentar dermatitis seborreica, que más
adelante se constituye en una dermatitis atópica. Las lesiones aparecen más comúnmente
en la cara, sin afectar el área de alrededor de los ojos, la nariz y la boca. No
es raro ver también afectado el cuero cabelludo, las orejas, el dorso de las
manos y las zonas de flexión de las extremidades superiores e inferiores. El
prurito aparece casi en la totalidad de los casos.
El diagnostico se basa en
la observación clínica de los signos y síntomas y el tratamiento consiste en
realizar ciertas medidas que contribuyan a mejorar el estado de hidratación de
la piel además del tratamiento farmacológico. Los antihistamínicos orales,
especialmente los de primera generación que poseen un efecto sedante, son una
medida muy útil de apoyo junto a los corticoides tópicos, los cuales resultan
ser de gran utilidad. El uso de antibióticos el pediatra los reservará para
aquellos casos en los que pueda coexistir una infección a nivel de las lesiones.
En cuanto a las medidas
no farmacológicas se recomiendan los baños de corta duración (unos 10 minutos) con
agua tibia o templada sin aumentar la temperatura, el uso de limpiadores con pH
ligeramente ácido o neutro, el uso de ropa en telas de algodón y lociones
emolientes aplicadas directamente en la piel húmeda después del baño.
Cabe aclarar que la
dermatitis atópica no es una alergia a ninguna sustancia específica y que en
ningún modo va a solucionarse mediante realizar pruebas de alergias ni por la abstención
de ciertos alimentos. Si su niño presenta lesiones en la piel que puedan
hacerle pensar en una dermatitis atópica, lo recomendable sería visitar a su
pediatra para una mejor valoración y posible tratamiento.