Dermatitis atópica

 



  
Dermatitis atópica en lactantes menores de 6 meses de edad


  La dermatitis atópica es una enfermedad de la piel que puede afectar a niños y adultos que poseen una piel extremadamente sensible. Se presenta en niños con historia familiar de alergias o atopia y se caracteriza por sequedad cutánea y lesiones eccematosas que causan mucha picazón y con amplia distribución en la piel en función de la edad del niño. Se trata de una alteración que puede durar varios años, que puede reaparecer en múltiples ocasiones y que tendrá épocas de mejoría o recaídas, de acuerdo al clima, el estado de hidratación de su piel, entre otros factores.

 Esta entidad está estrechamente relacionada con el factor genético, ya que existe una alteración en la composición normal de la piel la cual es hereditaria. Esta alteración se caracteriza por un trastorno en la estructura de los lípidos, lo que le proporciona un aspecto de resequedad, agrietamiento y descamación. Otros factores que pueden incidir en la presentación de esta condición son: el uso de jabones alcalinos o con ciertos aditivos (como perfumes, colorantes, etc.), la utilización de detergentes abrasivos para lavar la ropa y de ciertos tejidos) como telas sintéticas y lana).

  La dermatitis atópica puede empezar a presentarse y finalizar a cualquier edad. Las lesiones que se presentan en los lactantes son las más habituales, seguidas por las infantiles y las del adulto son las menos frecuentes. En los bebés suele empezar a los cuatro o cinco meses de vida aproximadamente, aunque puede hacerlo antes. Algunos niños pueden presentar dermatitis seborreica, que más adelante se constituye en una dermatitis atópica. Las lesiones aparecen más comúnmente en la cara, sin afectar el área de alrededor de los ojos, la nariz y la boca. No es raro ver también afectado el cuero cabelludo, las orejas, el dorso de las manos y las zonas de flexión de las extremidades superiores e inferiores. El prurito aparece casi en la totalidad de los casos.

 El diagnostico se basa en la observación clínica de los signos y síntomas y el tratamiento consiste en realizar ciertas medidas que contribuyan a mejorar el estado de hidratación de la piel además del tratamiento farmacológico. Los antihistamínicos orales, especialmente los de primera generación que poseen un efecto sedante, son una medida muy útil de apoyo junto a los corticoides tópicos, los cuales resultan ser de gran utilidad. El uso de antibióticos el pediatra los reservará para aquellos casos en los que pueda coexistir una infección a nivel de las lesiones.  

En cuanto a las medidas no farmacológicas se recomiendan los baños de corta duración (unos 10 minutos) con agua tibia o templada sin aumentar la temperatura, el uso de limpiadores con pH ligeramente ácido o neutro, el uso de ropa en telas de algodón y lociones emolientes aplicadas directamente en la piel húmeda después del baño.

 Cabe aclarar que la dermatitis atópica no es una alergia a ninguna sustancia específica y que en ningún modo va a solucionarse mediante realizar pruebas de alergias ni por la abstención de ciertos alimentos. Si su niño presenta lesiones en la piel que puedan hacerle pensar en una dermatitis atópica, lo recomendable sería visitar a su pediatra para una mejor valoración y posible tratamiento.