LA FIEBRE




¿QUÉ ES LA FIEBRE Y CÓMO SE PRODUCE?


 La fiebre, en su definición más simple, se define como una temperatura corporal elevada más allá de lo que se considera una temperatura normal, la cual puede producirse a consecuencia de múltiples causas. 


Se considera parte de la respuesta natural del cuerpo ante una agresión, generalmente por un agente infeccioso aunque algunos procesos inflamatorios o hematológicos pueden también causarla. La fiebre en sí misma no es una enfermedad sino más bien un síntoma que nos indica que, en algún lugar del organismo, está ocurriendo una batalla entre nuestras defensas naturales y el agente invasor.


Cuando un agente infeccioso penetra en el organismo, el hipotálamo, que es quien se encarga de regular la temperatura corporal, aumenta esta por encima de sus niveles normales (unos  36.5ºC – 37 ºC) con el objetivo de eliminar el agente agresor.


Entre las causas más comunes de fiebre tenemos las infecciones virales, bacterianas, inflamatorias, hematológicas, inmunológicas, etc. Hasta el simple hecho de haberse vacunado recientemente pudiera ser también causa de fiebre.


¿CUÁNDO HABLAMOS DE FIEBRE?


Se considera que un niño tiene fiebre cuando la temperatura axilar está por encima de los 37.5ºC (aunque algunos hablan de hasta 37.2°C). Tomada en el recto de 38ºC en adelante es fiebre. Si alcanza los 38.5ºC hablamos de fiebre leve, una temperatura hasta 39º C es fiebre moderada y por encima de 39ºC, es fiebre alta.


Siempre debe usarse un termómetro ya que el simple tacto no sirve para tomar la temperatura de manera correcta.




¿QUÉ HACER SI SU NIÑO TIENE FIEBRE?


La fiebre se trata en función de acuerdo al grado de temperatura que tenga el niño.

Si el niño tiene febrícula, que es de los 37.5ºC a los 37.9ºC, podemos tratarla con acetaminofén y medios físicos (un baño o compresas en la frente de agua templada), mantenerlo fresco con poca ropa y ofrecerle líquidos para evitar la deshidratación. Si continúa la fiebre, acudir al pediatra.


Resulta contraproducente al tratar la fiebre utilizar ciertas técnicas como abrigar en exceso o colocar compresas frías en la frente o en el cuerpo ya que aumentarían aún más la temperatura. 


¿CUÁNDO HAY QUE CONSULTAR CON EL PEDIATRA?


  • Si a pesar de medicar y de utilizar los medios físicos ya mencionados la fiebre no cede. 
  • Si es menor de dos años, o si tiene menos de tres meses.
  • Si ha presentado convulsiones por fiebre.
  • Si tiene fuertes dolores de cabeza, vómitos o rigidez de nuca.
  • Si tiene la piel azul o moteada (piel marmórea), puntos rojos o manchas negras en la piel.
  • Si tiene dificultad respiratoria. 
  • Si tiene una somnolencia rara o le resulta difícil despertarlo.
  • Si tiene las manos y los pies fríos.
  • Si tiene un llanto agudo más débil que lo normal, o no para de llorar.
  • Si presenta fiebre inmediatamente después de haberle realizado algún procedimiento quirúrgico o al poco tiempo después de haber viajado al exterior.

Recuerde siempre que la fiebre es un mecanismo de defensa que nos indica que algo anormal está ocurriendo dentro del organismo. Lo recomendable es conservar la calma, observar el estado general del niño y su alimentación, si alguno de estos factores se altera y la fiebre se mantiene a pesar del manejo, entonces es hora de acudir al pediatra. 

Qué hacer cuando un niño no quiere comer.

 

Cómo lograr que tu niño coma sin obligarlo





Sabemos que no es tarea fácil, pero estamos aquí para ayudarte a superar esos obstáculos. He aquí algunos consejos muy útiles que te ayudarán a crear mejores hábitos de alimentación para tus niños.


Muchos padres a diario se enfrentan con la difícil situación de que sus niños no quieren comer. Sobre todo cuando los alimentos no son agradables en su sabor, textura o color. Los niños comen en la misma proporción que su velocidad de crecimiento les permite, es decir, de acuerdo a la cantidad de nutrientes que en ese momento están necesitando para crecer. 

 

Durante el primer año de vida los requerimientos nutricionales son mayores, ya que la velocidad de crecimiento está aumentada casi al doble, y su peso llega a ser 3 veces (a veces un poco más) de lo que pesó al nacer.

 

 Si un niño no hiciera estas “pausas” o disminuciones alimentarias y continuara ingiriendo alimentos con la misma frecuencia, pronto llegaría a alcanzar un estado de obesidad y sobrepeso, incluso antes de llegar a la edad preescolar.

 

Existen ciertas estrategias que podrían utilizarse en aquellos niños con poco apetito o que rechazan los alimentos que contienen los nutrientes necesarios para un crecimiento y desarrollo óptimos. Algunas de ellas son:

·         Elimine las distracciones. Esto significa que a la hora de comer retiraremos todo aquello que les impida mantenerse centrados en la alimentación: tabletas, juguetes, el televisor, celulares, etc. 

·         Mantener un horario cada día para crear hábitos alimentarios saludables. Así el organismo del niño se acostumbrará en ese mismo ritmo y en ese orden será más fácil ya que creará la necesidad de alimentos a la misma hora.

 

·         Atraer su atención con colores y formas. Ya sea cortando y colocando los alimentos de manera divertida o sirviéndoles en un plato de su superhéroe favorito o del color de su preferencia. 

 

·         Mezclando alimentos (los de su preferencia) con los que queremos introducir. Así el sabor será más agradable y lo tolerará mejor ya que algunos alimentos pueden tener un sabor fuerte. 

 

·         Ofreciéndole pequeñas porciones en varias ocasiones. Esto es muy conveniente en los niños que se les dificulta comerse un plato lleno de comida. Dividimos la comida en porciones y así logramos que puedan ingerir una adecuada cantidad de esta.

 

·         Evitar las picaderas o antojos.  Estos no resultan apropiados a la hora próxima de las comidas y, por último, mantener por norma que todos en casa coman la misma comida sin distinción de comidas especiales o extras a causa de ningún miembro de la familia.

 

Es muy importante recordar que nunca se les debe obligar a comer ya que esto resultaría contraproducente y, lo que podríamos lograr con ello sería la negación o rechazo total del niño hacia los alimentos. Por el contrario, se trata de estimularlo para lograr que se pueda crear un hábito alimentario saludable y sin traumas. 








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